Para cuando leas estas líneas, ya estarás de lleno en la primavera. Época en que los días ya se imponen a las noches, la temperatura es más templada y la naturaleza se despereza, tanto vegetal como animal. Esta es la estación del amor, de la exaltación emocional, de la alegría… y de las alergias. Con éste clima desconcertante en el que para estas ya hemos pasado por tener los coches y los balcones llenos de polen amarillo que mientras a algunas personas sólo nos incomoda por tener que limpiar cada esquina, recoveco de ventana o ese rincón amarillento, a otras se les hace muy difícil poder hacer una vida normal sin pañuelos, lagrimeo, estornudos y congestión continuos. Esto se lo debemos entre otros factores a la Mimosa (acacia dealbata). Es un árbol que florece a la más mínima subida de temperatura, y a pesar de no poseer una buena madera ni dar buen cobijo, se encuentra en cada vez más baserris, caminos y rincones de nuestra geografía.
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