Comienzo de la ruta circular.
Me encanta ir al monte a recoger plantas para preparar tisanas, tinturas o jarabes. Una de las rutas que más me gusta hacer para ver, recoger plantas medicinales y a la vez disfrutar de un precioso paisaje es la que nos lleva desde Bermeo a Katillotxu. Aparte del paseo, disfruto de unas impresionantes vistas a Urdaibai.
Partiendo frente a la estación del tren de la Villa bermeana, nos introducimos por una calle al barrio de kurtzio. Pasaremos por delante de una ermita y seguiremos hasta el final de los edificios. La carretera se estrecha y siguiendo el pequeño rio ya empezamos a ver diversas plantas como el romero, ortiga verde, cola de caballo, diente de león y llantén, plantas con muy buenas propiedades medicinales.
Seguimos…
Siguiendo el camino encontramos angélica, hinojo, erísimo, rusco y huelo las hojas del laurel y de eucalipto. El eucalipto posee una gran función bactericida de mucosas y es expectorante. Suelo coger varias hojas para poner a cocer y aromatizar toda la casa con sus vapores. Me maravilla la hierba de San Roberto con sus flores moraditas, compañeras del camino.
Las hojas en forma de corazón con púas en los bordes de la zarzaparrilla. Llegas al barrio de Demiku, y aquí se ven otras plantas cerca de sus paredes setos o huertos, como la lavanda, celidonia, caléndula, parietaria, acebo y una gran ruda. Así mismo conocimos a Maite, una mujer con casta que subió con nosotros. Estaba interesada en conocer las propiedades de las plantas medicinales. Y es que nunca es tarde para aprender, por supuesto que yo y los demás aprendimos mucho de ella también.
Hasta la cima!
Subimos hasta llegar a otro cruce donde encontraremos una fuente a nuestra izquierda con agua potable y un “katillu” o taza colgada. Buen momento para refrescarnos, llenar la cantimplora y asombrarse de las vistas al mar cantábrico. La isla de Izaro ha sido objeto de deseo de piratas, plebeyos y reyes. Enrique IV, Fernando e Isabel la católica visitaron su convento que fue habitado por varios franciscanos. Pero tenemos que seguir hacia Katillotxu.
Cuando llegas a la cima, un cilindro de hormigón y su base plana, te invitan a subirte y admirar el paisaje por encima de la vegetación. Desde aquí se divisa la ría de Gernika, Mundaka, Laida, Kanala, Ogoño, San Pedro Atxarre y los montes de alrededor. Un espectáculo visual difícil de describir. Y a nuestra espalda, el conjunto megalítico de Katillotxu. Entonces la imaginación se dispara debido a la fuerza del lugar y a la magia del entorno. Este es un buen momento para hacer el hamaiketako ó almuerzo, reponer fuerzas y descansar un rato.
Parte final…
Pero hay que volver a Bermeo y en este punto a mí me gusta descalzarme y andar con los pies desnudos por la hierba. Tenemos que atravesar el cercado de madera que rodea el conjunto megalítico. Bordeando los árboles hacia la izquierda, seguiremos un caminito de tierra hasta el final. Lo que me obliga a calzarme de nuevo para cruzar un paso de madera.
Bajamos con cuidado hasta llegar a una nueva bifurcación. Iremos hacia la izquierda para ir haciendo la vuelta. Por este camino veremos tusilago y pulmonaria. La pulmonaria es fácilmente distinguible por sus hojas pelosas y sus manchas blancas, como si les hubiera caído pintura blanca de una brocha. Seguiremos por el camino girando a la izquierda hasta llegar a la fuente de antes. Desde ahí hacemos el trayecto de vuelta por donde hemos subido, esta vez mirando al mar.
Fin del paseo…
Como despertar de golpe de un sueño placentero, pasamos entre coches y gente hasta llegar al punto de partida, la estación del tren de Bermeo. Espero que hayáis disfrutado tanto como yo y os invito a disfrutar de esta ruta circular.
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