sobre mí
Estudiar naturopatía me ha dado la oportunidad de conocerme mejor y de crecer a nivel personal y profesional como nunca me hubiera imaginado, sacándome de un bache existencial, para encontrar mi propio camino y propósito de vida.
1973.Nazco el día 31 de Enero en la “Cofradía de pescadores” de Bermeo, un pueblo costero de Bizkaia, en el País Vasco. Fue un parto difícil para la amatxu, ya que tuvieron que utilizar “fórceps”, cosa que he relacionado muchos años más tarde con la dificultad que he tenido siempre para arrancar, para creer en mi mismo sin la ayuda de otras personas.
2000. Enero. Viajo a Brasil, con lo justo para el billete de Avión, hicimos marionetas para vender en las playas (otra vez cerca del mar), conocí a otra “familia” a través de la chica gallega, aprendí a realizar mandalas con alambre de alpahaca, collares con piedras y pasta “poxi», anduve descalzo varios meses, estuve en Paraguay, una motxila con algo de ropa, un cuaderno y un bolígrafo y una bolsa de tela llena de pendientes, pasadores de pelo y anillos de coco, para vender por la calle o tiendas. Dormía en albergues e incluso alguna vez en la calle con un cartón. Me sentía pleno, libre, vivo… y pensaba para mí: si me viera mi cuadrilla…mi familia…. Estaba viviendo plenamente, el día a día o mejor aún, segundo a segundo, y eso sí, el clima era espectacular. En junio de ese año vuelvo a casa.
2003. Ya llevaba dos años con otra pareja, la que iba a ser la madre de mi hijo, hacíamos artesanía juntos e íbamos a ferias, exposiciones, con unos trabajos en cerámica y madera, realizados totalmente a mano, incluso marionetas personalizadas, a la carta. No compensaba el trabajo que requería para lo que ganábamos, así que como buenos hosteleros los dos, trabajábamos de extras en bodas y en los bares de las fiestas de los pueblos sacando buen sueldo para seguir otra temporada con la artesanía. De algo sirvió tantos años vinculado a la hostelería. Éramos muy buenos y trabajo no nos faltaba, ni en los bares ni en las ferias.
Pero ese año iba a cambiar mi vida por completo. Entre marzo y abril, Marta me dice que está embarazada. Fue una gran alegría, aunque solíamos tener discusiones y amagos de dejar la relación, esa noticia fue como “la solución definitiva”. A finales de septiembre y como no tenía trabajo “estable” me fui de nuevo a la vendimia. El 3 de octubre recibí la llamada de la pareja de mi hermano. Estaban en el hospital. Mi hermano llevaba seis meses con fuertes dolores de tripa y siempre le mandaban de nuevo a casa con la idea de que un desinflamante sería suficiente, cuando comíamos en casa de nuestros padres, se quejaba y casi ni comía. Parecía que por fin le iban a operar ya que parecía ser una apendicitis “mal curada”. Volví de La Rioja directo al hospital de Bilbao y cuando llegué ya le estaban interviniendo. Estuvimos esperando hasta que nos llamaron. Le vi pasar en la camilla y me hizo el signo de ok mientras le llevaban medio grogui en la camilla. La “reunión” con el cirujano fue en medio de un pasillo para decirnos que le había abierto y vuelto a cerrar. Estaba totalmente lleno de tejido canceroso. Diagnóstico: Adenocarcinoma colon-rectal. No había nada que hacer. Él con 29 años y yo con 30. Zipi y Zape nos llamaban, yo no podía creérmelo.
2005. Nos separamos. Marta y Ekaitz se van de Bermeo al pueblo donde viven sus padres, allí tendrá más ayuda que mi nula y desquiciante presencia, de bajón, tirado en el sofá, enfadado con todo, sin estar.
Pasé muchos días tumbado en posición fetal, con ataques de lloros, estertores, gemidos, y una gran tristeza profunda, una gran oscuridad, alternados con fumar (cigarrillos de la risa) y beber, a veces hasta perder el norte, sin recordar lo que había hecho, dónde había estado…
Un día fui de “causalidad” a la tienda de una amiga, masajista, para ver que me podía recomendar para aliviar una gran molestia en la boca del estómago que aparecía por la tarde y no me dejaba estar tranquilo ni en las visitas a mi hijo. Me planteó la posibilidad de ir a consulta con su profesor de masaje y naturópata. Le llamé seguido de salir de la tienda y me citaron esa noche a las 22:45 de la noche. Joé, pensé…quien trabaja a esas horas?
Fui a esa consulta con Jose Lozano, el que iba a ser mi profesor durante muchos años y con el que tengo gran amistad. Algo en mi había hecho “click” en esa media hora y estaba deseando de que llegase septiembre para empezar en su curso de Naturopatía.
Actualidad. Estos últimos 15 años he estudiando y leído como nunca antes lo había hecho, y cada día más. Trabajando de electricista, en la construcción o de pintor, me di cuenta de que la gente me contaba sus dolencias, no sabía porqué me decían que les dolía mucho la rodilla o que tenían molestias gástricas, mientras yo estaba pintando subido a una escalera o conectando los cables de la caja de registro en una vivienda, así que les decía que cogiesen papel y boli y les mandaba alguna tisana o remedio natural.
Mi hijo fue creciendo y ya es más alto que yo, cuánto nos ha ayudado su presencia estos años a mi y a mis padres. Veo en su crecimiento mi propio crecimiento. Empecé dando pequeños talleres a la gente más cercana y viendo que les gustaba, me animé a dar alguna charla, y di el salto a las consultas individuales. Como todo buen novato, pasé los nervios, los miedos, la vergüenza que me ha acompañado siempre. Cada curso, charla o consulta, se convertía en un nuevo aprendizaje, donde pulir, limar, y coger más confianza en mí mismo. Si me sacaron con fórceps al nacer, la vida me ponía delante lo que necesitaba para trascenderlo.
Hoy en día sigo formándome y dando formación en el mismo centro, rodeado de gente maravillosa, con una pareja en crecimiento mutuo, dando gracias por TODO lo vivido y por todo lo que aún queda por vivir, con ganas de contagiar este entusiasmo, de seguir sorprendiéndome, de aprender de la naturaleza, de conocerme mejor cada día, de compartir lo aprendido, de ayudar a las personas y disfrutar de la vida en toda su plenitud porque la vida, siempre merece la pena.
Un abrazo de corazón.
Gaizka Sánchez Andrino.